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La configuración geográfica de nuestro planeta, lejos de
ser una constante, ha experimentado transformaciones radicales a lo largo del
tiempo geológico. La teoría de la Tectónica de Placas nos ofrece la clave para
comprender estas mutaciones, explicando cómo los continentes se han unido y
separado en ciclos de millones de años. Uno de los episodios más significativos
de esta dinámica fue la formación y posterior desintegración del supercontinente
Pangea, un proceso cuyas consecuencias se extienden hasta la distribución
actual de la vida y el propio desarrollo de la historia humana. A continuación,
exploraremos los mecanismos de la tectónica, el ensamblaje de Pangea, su
fragmentación y las profundas implicaciones biogeográficas y humanas de este
ciclo supercontinental.
1.2.1. La Tectónica de Placas como motor del cambio
geográfico a gran escala.
La base para entender la deriva continental reside en la
teoría de la Tectónica de Placas. Postula que la capa externa rígida de la
Tierra, la litosfera (que comprende la corteza y la parte superior más rígida
del manto), está dividida en varias placas de diferentes tamaños. Estas placas
"flotan" y se desplazan lentamente sobre una capa subyacente más caliente
y dúctil del manto, la astenosfera. El motor principal de este movimiento es la
convección del manto: el calor interno de la Tierra genera corrientes
ascendentes y descendentes de material mantélico que arrastran las placas
litosféricas.
Las interacciones entre estas placas en sus límites son
las responsables de la mayor parte de la actividad geológica del planeta:
·
Límites Divergentes: Donde las placas se separan. El
magma asciende desde el manto para crear nueva corteza oceánica, formando
dorsales mediooceánicas (como la Dorsal Mesoatlántica). Este es el proceso de
expansión del fondo oceánico que impulsa la separación de los continentes.
·
Límites Convergentes: Donde las placas chocan. Pueden
ocurrir tres escenarios: (a) Colisión oceánico-continental: la placa oceánica,
más densa, subduce (se hunde) bajo la continental, generando fosas oceánicas,
vulcanismo y cadenas montañosas costeras (ej. Andes). (b) Colisión
oceánico-oceánica: una placa oceánica subduce bajo otra, formando arcos de
islas volcánicas. (c) Colisión continental-continental: ninguna placa subduce
fácilmente; la corteza se pliega, se fractura y se engrosa, dando lugar a
grandes cadenas montañosas interiores (ej. Himalayas).
·
Límites Transformantes: Donde las placas se deslizan
lateralmente una respecto a la otra, a lo largo de grandes fallas (ej. Falla de
San Andrés).
Es a través de la apertura de océanos en límites
divergentes y el cierre de océanos mediante subducción y colisión en límites
convergentes que los continentes son transportados, agrupados y fragmentados a
lo largo del tiempo geológico.
1.2.2. El Ensamblaje de Pangea (Paleozoico Tardío): Breve
reseña del proceso de convergencia y colisión de continentes preexistentes
(Laurasia, Gondwana, etc.) durante los periodos Carbonífero y Pérmico, mediante
el cierre de océanos antiguos y grandes orogenias (Varisca/Hercínica,
Apalache), culminando en la formación del supercontinente.
Pangea no fue el primer supercontinente, pero sí el más
reciente cuya formación y ruptura son directamente relevantes para la geografía
actual. Su ensamblaje fue el resultado de la convergencia gradual y la colisión
de bloques continentales preexistentes a lo largo de la Era Paleozoica,
culminando en los periodos Carbonífero y Pérmico (c. 360-260 Ma).
Antes de Pangea, masas como Laurentia (Norteamérica),
Baltica (Norte de Europa), Siberia y el gran continente austral de Gondwana
(Sudamérica, África, Antártida, Australia, India, Arabia), estaban separadas
por océanos como el Iapetus y el Reico. El cierre de estos océanos mediante
subducción condujo a colisiones continentales:
·
La Orogenia Caledónica (Silúrico-Devónico) unió
Laurentia, Baltica y Avalonia, formando Euramérica (o Laurusia).
·
La Orogenia Varisca o Hercínica y la Orogenia
Apalache (Carbonífero-Pérmico) representaron la colisión principal
entre Gondwana y Euramérica, y la colisión de Siberia con el conjunto por el
este (Orogenia Uraliana). Estas colisiones masivas formaron grandes cadenas
montañosas que hoy vemos erosionadas (Apalaches, Macizo Ibérico, Macizo Central
Francés, etc.).
Hacia mediados del Pérmico, estas colisiones habían
soldado la mayoría de las masas continentales en Pangea, un supercontinente que
se extendía casi de polo a polo, rodeado por el océano Panthalassa.
1.2.3. La Fragmentación de Pangea (Mesozoico): Inicio de la ruptura (Triásico/Jurásico), separación de Laurasia y Gondwana, apertura del Atlántico central y el Mar de Tethys. Continuación de la disgregación de Gondwana (Cretácico).
La cohesión de Pangea fue geológicamente breve. Las tensiones
internas y la actividad del manto iniciaron su fragmentación (rifting) en el
Triásico tardío (c. 200 Ma), un proceso que se intensificó durante el Jurásico
y Cretácico. La primera gran ruptura ocurrió a lo largo de un sistema de rift
que separó la porción norte de Pangea, denominada Laurasia (que incluía las
masas precursoras de Norteamérica, Groenlandia y Eurasia), de la porción sur,
Gondwana (compuesta por Sudamérica, África, Antártida, Australia, India y
Arabia). Esta fisura inicial, asociada a intenso vulcanismo (Provincia
Magmática del Atlántico Central - CAMP), dio lugar a la apertura incipiente del
Océano Atlántico central y la expansión del Mar de Tethys, un vasto océano
ecuatorial que se extendía entre Laurasia y Gondwana.
Durante el Periodo Jurásico y Cretácico, la fragmentación
continuó implacablemente. Gondwana comenzó a disgregarse: Gondwana Oriental
(Antártida, Australia, India, Madagascar) se separó de Gondwana Occidental
(África, Sudamérica). Posteriormente, África y Sudamérica iniciaron su
separación durante el Cretácico temprano (hace unos 140-100 Ma), dando lugar a
la apertura progresiva del Océano Atlántico sur. India, junto con Madagascar,
se separó de la masa combinada de África-Sudamérica y de Antártida-Australia,
comenzando un rápido viaje hacia el norte a través del incipiente Océano
Índico. Antártida y Australia permanecieron unidas por más tiempo, pero también
iniciaron su separación durante el Cretácico tardío. Simultáneamente, Laurasia
también experimentó procesos de rifting, aunque su fragmentación completa
ocurriría más tarde, ya bien entrada la Era Cenozoica. Este prolongado ballet
tectónico, desarrollado a lo largo de más de 150 millones de años durante la
Era Mesozoica, sentó las bases para la configuración continental moderna.
1.2.4. La Apertura del Atlántico y el Aislamiento
Continental (Mesozoico-Cenozoico): Expansión oceánica, separación definitiva de
Sudamérica/África, Australia/Antártida, viaje de India hacia el norte.
Consolidación de la geografía moderna.
Si bien la ruptura inicial de Pangea fue un fenómeno
mesozoico, la configuración final de los continentes y el aislamiento de varias
masas terrestres clave se consolidaron durante la Era Cenozoica (desde 66 Ma
hasta el presente).
·
Océano Atlántico: La expansión de los océanos
Atlántico central y sur continuó a lo largo del Cenozoico, ensanchando
progresivamente la brecha entre las Américas, por un lado, y África y Europa,
por el otro. La apertura del Atlántico norte, separando Norteamérica (junto con
Groenlandia) de Eurasia, se aceleró durante el Paleoceno y Eoceno. Este proceso
fue fundamental para definir las costas actuales y establecer una barrera
oceánica mayor entre el Viejo y el Nuevo Mundo.
·
Aislamiento de Sudamérica: Tras separarse de África,
Sudamérica permaneció como un continente isla durante gran parte del Cenozoico
(Paleoceno, Eoceno, Oligoceno, Mioceno y parte del Plioceno). Su única conexión
terrestre eventual, el Istmo de Panamá, no se formaría completamente hasta el
Plioceno tardío (hace unos 3 Ma). Este largo periodo de aislamiento tuvo
consecuencias biológicas extraordinarias.
·
Aislamiento de Australia y Antártida: Australia y Antártida se
separaron definitivamente durante el Eoceno (hace unos 45-35 Ma). Antártida
derivó hacia el polo sur, cubriéndose gradualmente de hielo a medida que el
clima global se enfriaba. Australia inició su viaje hacia el norte,
permaneciendo aislada de otras grandes masas continentales (excepto por
conexiones intermitentes con Nueva Guinea) durante todo el Cenozoico.
·
Colisión de India y Formación de los Himalayas: India, tras su rápido viaje
hacia el norte durante el Cretácico y Paleoceno, colisionó con el continente
asiático durante el Eoceno (hace unos 50-40 Ma). Esta colisión monumental
continúa hoy en día y es responsable del levantamiento de la meseta del Tíbet y
la cordillera del Himalaya, con profundas implicaciones para el clima regional
(monzones) y global.
·
Conexión Afro-Árabe-Eurasiática: Aunque con mares interiores
fluctuantes (como el Tethys residual que se convertiría en el Mediterráneo),
las masas continentales de África, Arabia y Eurasia mantuvieron o establecieron
conexiones terrestres intermitentes o permanentes durante el Cenozoico, creando
un vasto supercontinente funcional (Afro-Eurasia o "Viejo Mundo") que
permitió un grado considerable de intercambio biótico a lo largo de este
periodo.
Esta geografía dinámica cenozoica, caracterizada por la
expansión de océanos y el aislamiento prolongado de continentes como Sudamérica
y Australia, estableció escenarios evolutivos radicalmente distintos en
diferentes partes del globo.
1.2.5. Implicaciones Biogeográficas y Humanas: La deriva
como motor de especiación (evolución aislada en Australia, Sudamérica vs.
interconexión en Afro-Eurasia). La separación fundamental entre el Viejo Mundo
(cuna de la evolución hominina) y el Nuevo Mundo (poblamiento tardío por Homo
sapiens), explicando desarrollos históricos y culturales independientes hasta
1492.
La configuración y la historia de la deriva continental
tienen consecuencias directas y profundas tanto para la distribución de la vida
(biogeografía) como para el curso de la historia humana.
·
Biogeografía: Evolución en Aislamiento vs. Interconexión: La deriva continental es uno de
los principales motores de la especiación alopátrica (evolución de nuevas
especies en aislamiento geográfico). Los continentes que permanecieron aislados
durante largos periodos desarrollaron biotas únicas y a menudo endémicas:
o Australia: Es el ejemplo paradigmático. Su
aislamiento temprano y prolongado permitió la supervivencia y radiación
espectacular de los mamíferos marsupiales (canguros, koalas, wombats, etc.),
que ocuparon nichos ecológicos que en otros continentes fueron dominados por
los mamíferos placentarios. También alberga a los monotremas (ornitorrinco,
equidna), un linaje mamífero aún más antiguo.
o Sudamérica: Durante su aislamiento
cenozoico, desarrolló una fauna placentaria única y diversa, incluyendo grupos
como los Xenarthra (perezosos, armadillos, osos hormigueros) y una radiación de
ungulados nativos extintos. Los monos platirrinos (monos del Nuevo Mundo)
llegaron probablemente desde África por dispersión transoceánica y se
diversificaron in situ. La posterior formación del Istmo de Panamá permitió el
Gran Intercambio Biótico Americano (GABI), donde especies norteamericanas
invadieron el sur y viceversa, llevando a la extinción de muchos grupos
sudamericanos nativos, demostrando el impacto de la ruptura del aislamiento.
o Madagascar: Separada de África e India
desde el Cretácico tardío, desarrolló una biota extremadamente endémica,
destacando la radiación única de los lémures.
o Afro-Eurasia (Viejo Mundo): En contraste, la mayor
interconexión de África y Eurasia permitió un mayor grado de intercambio
faunístico y una historia evolutiva compartida para muchos grupos de mamíferos,
incluyendo el linaje que condujo a los humanos.
·
Historia Humana: Dos Mundos Separados: La implicación más
trascendental de la deriva continental para nuestra especie es la separación
fundamental entre el desarrollo humano en el Viejo Mundo (Afro-Eurasia) y el
Nuevo Mundo (América).
o Origen en el Viejo Mundo: Toda la historia evolutiva de
los homininos, desde los primeros bípedos del Mioceno tardío africano hasta la
aparición y dispersión inicial de Homo sapiens, ocurrió exclusivamente
dentro del contexto interconectado de África y Eurasia. La evolución de la
tecnología lítica, el control del fuego, el lenguaje complejo y las primeras
formas de arte y simbolismo son fenómenos del Viejo Mundo.
o Poblamiento Tardío de América: El continente americano
permaneció deshabitado por humanos hasta relativamente tarde en la prehistoria.
El poblamiento se produjo a través del puente terrestre de Beringia (conectando
Siberia y Alaska), expuesto durante los periodos de bajo nivel del mar de la
última glaciación del Pleistoceno (probablemente hace entre 25.000 y 15.000
años). Esto significa que los primeros americanos eran ya Homo sapiens modernos,
portadores de tecnologías del Paleolítico Superior.
o Desarrollos Independientes: Una vez pobladas las Américas,
sus habitantes quedaron aislados del Viejo Mundo hasta la llegada de los
europeos en 1492. Durante milenios, las sociedades americanas desarrollaron
trayectorias culturales completamente independientes: Domesticaron un conjunto
único de plantas (maíz, papa, tomate, frijol, calabaza, cacao, etc.) y animales
(llama, alpaca, pavo, cuy), distinto del repertorio del Viejo Mundo.
Desarrollaron formas complejas de organización social, política y religiosa,
incluyendo jefaturas, estados e imperios (como los Mayas, Aztecas e Incas).
Inventaron sistemas de escritura independientes (notablemente en Mesoamérica).
Desarrollaron tecnologías metalúrgicas (especialmente en los Andes), pero sin
alcanzar una "Edad del Hierro" comparable a la del Viejo Mundo.
o El Contacto y sus Consecuencias: La llegada de los europeos en
1492 representó el fin abrupto de este aislamiento milenario. El
"Columbian Exchange" (intercambio de plantas, animales, tecnologías,
ideas y, trágicamente, enfermedades) tuvo consecuencias transformadoras y a
menudo devastadoras, especialmente para las poblaciones indígenas americanas,
marcando el inicio de una nueva era de historia global interconectada.
Conclusión (del apartado 1.2): El Legado Geológico de la
Historia Humana
La deriva continental, impulsada por la tectónica de
placas, no es meramente un proceso geológico abstracto; es una fuerza
fundamental que ha esculpido el escenario físico y biológico de nuestro
planeta. La fragmentación de Pangea y la configuración resultante de
continentes y océanos, particularmente la apertura del Atlántico y el
aislamiento prolongado de masas como Sudamérica y Australia, dictaron caminos
evolutivos divergentes para la vida en la Tierra. Para la historia humana, esta
dinámica geológica tuvo la consecuencia primordial de crear dos
"mundos" – el Viejo y el Nuevo – que experimentaron miles de años de
desarrollo cultural independiente. La cuna de la evolución hominina estuvo en
Afro-Eurasia, mientras que las Américas permanecieron como un vasto continente
virgen para nuestra especie hasta el final del Pleistoceno. Reconocer esta
separación fundamental, arraigada en la profunda historia geológica del
planeta, es indispensable para abordar cualquier intento de construir una
historia universal de la humanidad, permitiéndonos apreciar tanto las
similitudes surgidas por convergencia como las profundas diferencias
resultantes de trayectorias históricas y evolutivas separadas por océanos que
tardaron millones de años en formarse.
Articulo academico: INSTITUTO DE GEOLOGIA U.N.A.M
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